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Módulo 2 Línea base social y debida diligencia

  

 

La línea base social constituye el punto de partida fundamental para comprender el contexto humano, cultural y económico en el que se inserta un proyecto minero. Elaborarla con rigurosidad permite no solo identificar impactos potenciales, sino también diseñar medidas de gestión social alineadas con los principios de sostenibilidad y con los compromisos de debida diligencia en derechos humanos.


El primer paso en la construcción de una línea base es la caracterización demográfica, que incluye información sobre población, composición por edad y sexo, dinámicas de migración, niveles de educación y acceso a servicios básicos. Esta información permite entender cómo se estructura la comunidad y cuáles son sus necesidades más inmediatas. A partir de ello, se analiza la situación de los medios de vida locales, es decir, las principales actividades económicas (agricultura, ganadería, comercio, minería artesanal, entre otras) y su nivel de dependencia de los recursos naturales, lo que resulta esencial para anticipar posibles impactos de la actividad minera.


Un componente crítico de la línea base es la identificación de vulnerabilidades sociales, que abarca a grupos en situación de riesgo como mujeres, personas mayores, jóvenes, pueblos indígenas u originarios y comunidades rurales con limitado acceso a servicios de salud o educación. Este análisis debe incorporar el enfoque de derechos humanos, permitiendo reconocer no solo la situación actual de estas poblaciones, sino también los posibles riesgos de afectación a sus derechos fundamentales.


La cartografía social es otra herramienta clave en este proceso, ya que permite ubicar geográficamente la distribución de comunidades, territorios colectivos, áreas de uso común, centros poblados y espacios de importancia cultural o espiritual. Este mapeo facilita la visualización de las interacciones entre la operación minera y las dinámicas sociales y territoriales, constituyéndose en un insumo central para la planificación participativa.


La construcción de indicadores sensibles fortalece el análisis de la línea base. Estos indicadores deben considerar variables de género, etnicidad, pertenencia cultural y acceso diferenciado a oportunidades, de modo que se logre un diagnóstico más inclusivo y representativo de la realidad social. Al mismo tiempo, la trazabilidad de riesgos permite conectar los hallazgos de la línea base con los procesos de debida diligencia, identificando desde etapas tempranas los riesgos sociales, económicos y culturales asociados al proyecto, y proponiendo mecanismos de prevención y mitigación.


Una línea base bien desarrollada no solo cumple con requisitos técnicos o regulatorios, sino que constituye una herramienta de gestión estratégica para anticipar conflictos, promover relaciones de confianza con las comunidades y asegurar que la minería se desarrolle en armonía con el respeto a los derechos humanos y al entorno social donde opera.

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